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“Una vez al año no hace daño”; “me lo merezco”; “sólo un poco”; “ya lo compensaré”; “no es justo que ellos puedan y yo no”; “total, que mas da…”; “si ya me he saltado la dieta, que más da un poco más…”; “me estoy dando un capricho”, “mañana puedo empezar otra vez”… podría seguir unas cuantas líneas más.

¿Te suena alguna? Seguro que en algún momento te has dicho a ti mismo alguna de estas frases. Si no estas en concreto, alguna parecida.

Estos son pensamientos saboteadores que nos decimos a nosotros mismos para darnos permiso para las cosas. En este caso, estos pensamientos nos dan permiso para comer cosas que por circunstancias no deberíamos o no podríamos comer.

Es algo inconsciente, muy común sobre todo si estás restringiendo tu alimentación y esto te está generando algo de ansiedad. En películas, series o dibujos animados, estamos acostumbrados a ver la típica escena donde el protagonista se debate entre el bien y el mal. Le aparece un angelito y un demonio que se postran cada uno en un oído con la intención de convencer al protagonista de que le siga en su camino. Los pensamientos saboteadores no son más que ese mini demonio que se nos pone a decir paparruchas en el oído.

Son pensamientos bastante poderosos que tienen consecuencias. Si les hacemos caso normalmente vienen acompañados luego de culpa. Porque el placer de hacer caso al demoniete, a veces, dura un segundo en la boca. La culpa, frustración, enfado, tristeza duran bastante más… ¿por lo que vale la pena hacerle caso?

Con esto no quiero decir que hay que seguir una dieta restrictiva siempre, cumpliéndola al pie de la letra. Como siempre decimos en Nutriestudio, la flexibilidad hace la adherencia. Si tenemos una cierta flexibilidad y disfrutamos de comidas fuera de lo común, nos será más fácil seguir una pauta de alimentación correcta y concreta.

Pero los pensamientos saboteadores son más característicos del día a día; de un picoteo, de un dulce… no tanto de salir a comer un buen arroz, unos calamares a la romana y una cerveza fresquita. La flexibilidad de la que hablamos tiene más que ver con la segunda opción y no con la primera. Es decir, aprovechar esa flexibilidad para comer cosas atípicas, en restaurantes, celebrando nos aporta mucha más felicidad y cosas positivas que aprovecharla para el picoteo diario, del que prácticamente no tenemos conciencia de lo que estamos haciendo y no lo disfrutamos. Si nosotros ya tenemos en cuenta nuestra flexibilidad para aprovecharla en fin de semana y, además hacemos caso a los pensamientos saboteadores en el día a día, probablemente no consigamos los objetivos de peso, ya sea de pérdida o de quedarse igual.

Por lo que repetimos la pregunta, ¿vale la pena hacerle caso a los pensamientos saboteadores? Dale una vuelta. Piensa cuales son los pensamientos saboteadores que te dice el demoniete, reconócelas cuando te las dice y diles que ¡NO! Que no te vale la pena hacerle caso, que prefieres disfrutar de tu flexibilidad de otra manera.

Parece mentira, pero ya ha llegado septiembre.

Para muchos, en septiembre comienza otra vez el año. El mes de plantearte propósitos y objetivos nuevos. Para otros, septiembre no trae más que ansiedad. ¿Volver a plantearse propósitos para no cumplirlos?

Y tú, ¿de qué tipo eres? Yo solía ser de las primeras. Quería ver septiembre con optimismo, marcándome nuevos objetivos. Durante los meses de julio y agosto siempre, si tenía alguna idea pensaba, esto lo desarrollo en verano y en septiembre lo pongo en marcha. Os hago spoiler, eso rara vez pasaba.

Reflexionando sobre el tema, me he dado cuenta de que ver con optimismo y como un nuevo comienzo de año la llegada de septiembre, es algo impuesto. Como una tradición.

Volver a empezar…otra vez…volver a estrenaaaar… zapatos y libros…” ¿Os suena? ¡Exacto! ¿A ver si va a resultar que el tema de volver a empezar es más un tema de volver a comprar, un poco impuesto por la industria, que nos lo ha pintado lleno de optimismo porque ya duele suficiente el monedero? Seguro que toda la culpa no la tiene la industria, pero estoy segura de que si seguimos el hilo en el pasado, quien empezó con la historia fueron ellos.

En cualquier caso, llega septiembre y nos ponemos a pensar en los propósitos para acabar el año con un buen balance. Empezamos muy bien, pero, como dice mi madre “arrancada de toro y parada de burro”. No llegamos a los objetivos ni para acabar el mes. Entonces nos frustramos, nos agobiamos y nos tratamos mal. “Es que siempre igual”, “no eres capaz…”. ¿Quizás es que nos marcamos unos objetivos demasiado grandes para lo que queda de año?

Os propongo una idea. En vez de marcarnos grandes objetivos, nos podemos marcar pequeños e ir añadiendo cada mes. Además, podemos clasificarlos en tres bloques: alimentación, actividad física y bienestar. Si nos vemos preparados podemos plantearnos uno de cada, cada mes. Ya nos sabemos de sobra los objetivos típicos: apuntarse a un gimnasio, salir a correr, comer menos cantidad, planificar la semana con menús… Pero os pongo ejemplos de microobjetivos que nos podemos plantear, dependerá también de donde partamos y cuál es nuestro objetivo final.

Microobjetivos de alimentación: añadir alguna verdura en cada comida; controlar el aceite que usamos; comer pescado mínimo dos veces por semana; cambiar los alimentos con harinas refinadas por integrales; beber dos vasos de agua en cada comida;

Microobjetivos de actividad física: estirar diez minutos dos días a la semana; subir por las escaleras; caminar todos los días mínimo una hora…

Microobjetivos de bienestar: apagar el móvil 1 hora antes de acostarse; dormir mínimo 8 horas al día; no fustigarse ni culpabilizarse cada vez que no nos salga alguna cosa; ponerse un labial por las mañanas… Aquí se puede incluir cualquier cosa que nos haga sentir un poco mejor en el día a día, por muy tonto que nos parezca.

Os animo a probar este método de microobjetivos mensuales y pasar un poco de cada cambio de año, sean uno o dos al año.

No hay más que ver como se va haciendo cada vez más grande el pasillo del supermercado donde encontramos este tipo de bebidas vegetales. Está claro que cada vez compramos y bebemos más bebida vegetal. 

Pero, ¿sabemos qué son las bebidas vegetales? 

Este aumento en el consumo de bebidas vegetales puede deberse a varios motivos, algunos justificados, otros no tanto. Un motivo muy habitual es por la concienciación de un consumo más vegetal y menos animal. Éste muy bien. Otro motivo parecido es por la concepción de que la leche es perjudicial para la salud. Éste no tan bien.

Primero de todo, a pesar de los miles de intentos de poner a la leche como la mala de la película (sin entender bien el motivo, quizás también esta Bill Gates, Soros y el 5G detrás, quien sabe); no hay motivos científicos y evidentes para pensar así. A no ser que tengas una patología en la que el consumo de leche puede ser perjudicial, como la alergia a la proteína de vaca. Además nutricionalmente no se puede comparar ya que no es lo mismo, es como comparar una silla con una alfombra.

Cierto es, que somos mucho de tradiciones, y aquí toda la vida se ha desayunado con un vaso de leche (con colacao, no vayamos a obviarlo) y si eliminamos la leche parece que nos falta el vaso con el líquido blanco. 

Una bebida vegetal es una bebida hecha con agua y con un vegetal (entre un 2 y un 17%). En función del vegetal las cualidades nutritivas cambian:

  • Base vegetal de legumbres: La soja es la más típica. Tienen un contenido más rico en proteínas. 
  • Base vegetal de cereales o pseudocereales, como la avena o arroz. Son más ricas en azúcares (naturalmente presentes, en teoría).
  • Base vegetal de frutos secos o semillas: almendra, sésamo, nueces, avellanas…Son más ricas en grasas.
  • También las hay que mezclan ingredientes de distinta naturaleza.

Entonces, ¿cuál hay que elegir?

  • Fíjese en la cantidad de materia prima que lleva. Cuando compra una bebida vegetal con un 2 o 5% quiere decir que realmente está bebiendo agua prácticamente. A precio de oro, eso sí. ¿Cómo lo puedo saber? En los ingredientes pondrá agua y el vegetal en cuestión con un porcentaje, esa es la cantidad de vegetal que lleva esa bebida. 
  • Sin azúcares añadidos. Muchas de las bebidas suelen llevar azúcares de más. Para saberlo también nos tenemos que ir a los ingredientes. Si lleva azúcares lo pondrá.
  • Sin sabores, ni edulcorantes. 

La bebida vegetal es una opción más dentro de la alimentación. Pero hay que tener en cuenta una cosa, que es una bebida. Como pasa con los zumos, los nutrientes no se encuentran en una matriz si no que están dispersos en agua. Al cuerpo no le cuesta nada digerirlo. Por eso mismo hay que tener cuidado con los azúcares, aunque sean naturalmente presentes. Y también con las calorías, ya que los líquidos sacian bastante menos que los alimentos sólidos. 

Ya estamos en Semana Santa y con ella, vemos acercarse el verano y empieza la operación bikini. Perder peso se ha convertido en un negocio muy rentable, sobretodo si se buscan resultados milagrosos y rápidos. Existen una gran cantidad de dietas milagro para perder peso y también forman parte de ellas, los zumos detox. Aunque éstos no sólo los venden para la pérdida de peso.

Hoy os quiero explicar que, a parte de no servir para nada, pueden ser perjudiciales para la salud. 

Empezando por el término, detox no significa nada. Ni detox, ni detoxificación están contemplados por la R.A.E. Se mezclan conceptos como desintoxicación, depu ración, toxinas, tóxicos, metabolitos… Una coctelera de diferentes conceptos que desembocan al pensamiento como de que el cuerpo acumula ciertas sustancias que hay que eliminar. Un poco como la cal que se queda en el grifo. No voy a entrar en términos de toxicología y farmacocinetica (que son las ciencias que estudian estos conceptos), pero sólo falta estudiarlas un poco para ver que esto  no se sostiene por ningún lado. En cualquier caso, si el cuerpo acumula algo que no debe quizás sí que habría que ir a un sitio, al médico, porque significa que algo no va bien.

Estamos hablando de zumos hechos con verduras, todo natural. Pero nos olvidemos de que natural no quiere decir saludable, ni ecológico (pero esto es otro tema). Natural también es la cicuta. 

¿Pero cómo puede ser que las frutas y las verduras sean saludables pero los zumos hechos con estos no? Resulta que los vegetales en forma de zumo se ingieren en más cantidad que si lo hicieramos de manera sólida. Además que se ingieren crudos por lo que no tienen una pérdida de nutrientes típica del cocinado. Entre ellos el oxalato. Por la cantidad de vegetales que contienen crudos, este tipo de zumos tienen una cantidad de oxalato muy grande. Además, se suelen tomar en ayunas por lo que la absorción del oxalato aumenta. Esto puede producir una enfermedad llamada Litiasis Renal. 

Una de las cosas que nos ha enseñado el coronavirus es la importancia de la higiene en la cocina y la manipulación de los alimentos. Al utilizarse crudos, si no se limpian bien, pueden venir acompañados de algún invitado que nos haga pasar muy mala noche. Pueden ser un foco de infección.

Además, se ha observado que este tipo de batidos puede interaccionar con muchos fármacos, por lo que hay que tener cuidado si este es el caso. 

Pueden hacerte engordar. Como lo oyes. Las calorías líquidas entran mucho más rápido y sacian mucho menos. Por lo que sin darte cuenta puede que acabes ingiriendo más calorías de las que gastas.

Y el último. Son muy muy caros. Por lo que también será perjudicial para tu bolsillo.

Y como siempre llega Septiembre con nuevas propuestas en tu cabeza para encauzar los planes que se han ido quedando por el camino. ¿Eres de reciclar los propósitos que te planteaste en Enero o buscas nuevos para motivarte?

Llega Septiembre y llegan las prisas, sobretodo para perder todo el peso ganado. Como es habitual, cada Septiembre, os doy unas ideas para que “la vuelta al cole” sea lo mejor posible. Así que keep calm y llena la nevera.

¡El lunes empiezo! Suele ser la frase habitual. Llega el lunes, y será un lunes muy lunes. Probablemente empiezas a trabajar después de las vacaciones y, además, decides empezar la dieta, diseñada por ti mismo. Para desayunar un café con leche desnatada y una tostada de pan con pavo; no almuerzas; comes un poco de hervido con un filete pequeño de pollo a la plancha; para merendar una pieza de fruta y para cenar un tomate y una lata de atún, ¡como mucho! Porque a veces ni se cena. Este tipo de alimentación es imposible sostenerla en el tiempo, porque vas a tener un hambre voraz. ¡No hay que comer menos, hay que comer mejor!

Otro error típico es asociar la dieta a la lechuga-pechuga triste. Tampoco va a ser sostenible en el tiempo porque te vas a aburrir a la mínima. Además, durante el verano nos hemos acostumbrado a comer cosas muy sabrosas por lo que el cambio tiene que ser progresivo. Sé original en la cocina con alimentos saludables y huye de la comida triste.

Es más importante la calidad de los alimentos que las calorías sí, pero no nos tenemos que olvidar de ellas. Se ha puesto muy de moda el #realfood. Y eso es genial! Pero cuidado con las densidades de los alimentos. Si buscamos perder el peso prioriza alimentos de media-baja densidad calórica y que te sacien, los ricos en fibra. Una tostada con tomate, aguacate, frutos secos y Aceite de Oliva Virgen Extra. Es sanísima y te saciará hasta la hora de comer probablemente. Pero es un almuerzo de gran densidad calórica. Este tipo de alimentos, al computo total de calorías diarias que hay que comer para que aún así pierdas peso, desequilibra mucho la balanza. Ya que son calorías que habrá que quitar de otras tomas, y puede ser peor. En cualquier caso cada caso es único y hay que personalizar ya que influyen otros factores como el nivel de sedentarismo (las horas que te pasas sentado) y el nivel de ejercicio físico que haces. Prioriza el consumo de frutas, verduras, hortalizas y legumbres. Además de proteína de alto valor biológico baja en grasa.

Lo que no se compra no se come. Probablemente pases unos días con gran ansiedad por la comida, esto es debido al consumo de manera habitual de alimento ricos en azúcar. Para calmar dicha ansiedad lo mejor es evitar el consumo de azúcar durante 5 días. Ayúdate a ti mismo, y evita tener este tipo de alimentos por casa estos días.

La semana pasada estuvimos hablando sobre el ayuno intermitente y su relación con la pérdida de peso. Tiene beneficios para la pérdida de peso porque si se realiza correctamente, probablemente haya una restricción calórica respecto a lo que se consume habitualmente. Por lo tanto, es una estrategia que se basa en una dieta hipocalórica. Para no perder los beneficios se tiene que llevar una alimentación saludable y controlar tanto la cantidad como la calidad de los alimentos para no caer en una sobrealimentación.

Por otro lado, ¿tiene otros beneficios en la salud?

Aún hay pocos estudios en seres humanos pero los estudios realizados en ratas parecen tener resultados interesantes.

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Se ha investigado bastante en el campo de la diabetes y se observó una reducción de los niveles de glucosa en sangre. Claro que nos podríamos plantear la famosa pregunta de, ¿qué fue primero el huevo o la gallina?.
Me refiero a que si se realiza de manera correcta, como hemos comentado anteriormente, se verá una pérdida de peso. La obesidad y la diabetes están íntimamente relacionadas. Si se pierde peso, los niveles de glucosa en sangre mejoran por lo que realmente, ¿cual ha sido el motivo de la mejora de la glucemia, la pérdida de peso o el ayuno intermitente?

Probablemente los dos tienen un papel importante pero es un campo aún por estudiar detenidamente. Además, prácticamente todos los casos de Diabetes tienen un tratamiento farmacológico, por lo que en cualquier modificación de la alimentación se debería reajustar las dosis de medicamento. Es necesario un control por parte de un facultativo y no hacer el ayuno por cuenta propia ya que si no se reajustara la medicación podría ser peor el remedio que la enfermedad.

Se ha visto también mejoras en el perfil lipídico en el ayuno intermitente. Nos referimos al colesterol total, colesterol HDL (el comúnmente llamado bueno), colesterol LDL (conocido por el colesterol malo) y los triglicéridos. Pero estamos otra vez en lo mismo. El perfil lipídico y la pérdida de peso están relacionados. De hecho, tanto estos dos como la glucosa en sangre y la hipertensión forman parte del llamado Síndrome Metabólico, del que pronto hablaremos.

Como decía, todos estos componentes están relacionados entre si y, sobretodo con el peso. Cuando se pierde peso van mejorando todos estos factores. Por lo tanto no esta del todo claro si el perfil lipídico mejora porque hay una pérdida de peso o por algo más.

También se relaciona con una mejora en el descanso, ayuda en las digestiones, aumento de energía. Pero como he comentado al principio aún queda mucho por estudiar, opero tiene aplicaciones muy interesantes.

Otro punto importante es la adherencia. Cualquier estrategia de alimentación tendrá éxito en el momento que se pueda mantener en el tiempo.

Si quieres empezar con esta práctica es muy importante que te informes con especialistas de la nutrición, ya que no vale para todo el mundo. Hay que tener en cuenta todos los factores que envuelven a la persona.

Últimamente, parece que se haya puesto de moda el ayuno intermitente como método para perder peso. Cuando un método de alimentación resuena tanto suele suceder porque algún “guru” la ha probado, le ha funcionado y lo proclama a los cuatro vientos como si hubiese descubierto la solución a uno de los grandes problemas de la sociedad en la que vivimos. También puede ser que le paguen. Esto es lo que ha pasado con el ayuno intermitente. En este caso, no estamos hablando de una dieta milagro, de las que hemos hablado tantas veces por aquí.


Tampoco es una moda, ni tampoco lo ha descubierto el “iluminado” de turno. De hecho se ha ido practicando desde la antigüedad. El ramadán por ejemplo es un tipo de ayuno que se sigue practicando por la comunidad musulmana.

Entonces, ¿que es el ayuno intermitente?

Es una estrategia de alimentación en la que intercala un periodo de horas en la que se restringe la alimentación por completo con otro periodo en el que se puede comer. Hay varios tipos de ayuno. El más típico es el 16/8; 16 horas sin comer y 8 horas durante las que puedes comer. También existe 12/12 o incluso días. No hay que ponerse las manos a la cabeza, mientras la alimentación sea la correcta y estén cubiertos todos los nutrientes.
Es cierto que la recomendación de comer 5 veces al día en toda la población está obsoleta. Es una recomendación muy generalista que no tiene en cuenta las variables en las que se encuentra cada persona. De hecho, seguro que alguna vez sin pensarlo has practicado el ayuno. Por ejemplo si cenas a las 21 y no comes nada hasta la 13h estás practicando un tipo de ayuno.
Pero igual que la recomendación de comer 5 veces al día ya no es válida, no se puede recomendar de manera general un ayuno intermitente. Porque no a todo el mundo le va a ir bien.

¿Funciona el ayuno intermitente para la pérdida de peso?

Si hay un déficit calórico sí. Pero como en cualquier estrategia. Como hemos comentado más veces, el factor principal para que haya una pérdida de grasa es que gastes más de lo que consumes. Por lo tanto no es cuestión del ayuno intermitente, si no de la cantidad de calorías. Es cierto que, al comer durante menos horas es posible que la cantidad sea menor. Pero no a todo el mundo le va a ir bien esta estrategia. Os pongo un ejemplo. Una persona acostumbrada a comer en grandes cantidades, picotear y elegir alimentos procesados ricos en azúcares e ingredientes de baja calidad. Quiere perder peso y prueba el ayuno. Una persona acostumbrada a comer de manera habitual, si cena a las 21 y no vuelve a comer hasta las 13:00, probablemente la ansiedad por la comida será tal, que acabe comiendo más cantidad que si comiera más veces al día.

Además, parece que el ayuno intermitente puede tener otro tipo de beneficios para la salud, de los que hablaremos en el próximo artículo.

Hoy vamos a hablar de las buenas digestiones. Me encuentro muchas situaciones en consulta en que la gente tiene molestias en algún momento de la digestión y lo peor de todo es que lo ven como normal. Hay personas que llevan tanto tiempo con algún tipo de molestia gastrointestinal que ya dan por hecho que su digestión es así. No, para nada es así. Una molestia gastrointestinal viene producida por algún motivo y muchas de las veces es reversible.

Venga por delante decir que cada persona es un caso diferente, se debería estudiar de forma individualizada y personal, aunque hoy hablemos de manera general.


En cualquier caso, si sufres algún tipo de síntoma ( o más) de los que enumeraré a continuación, plantéate que algo no va bien en tu digestión:

  • Ardor de estómago o reflujo gastroesofágico de manera asidua
  • Digestiones pesadas. Te notas cansado después de comer
  • Vas al baño menos de tres veces a la semana
  • Sientes náuseas o ganas de vomitar
  • Se te hincha la tripa después de comer. O te vas hinchando como un globo a medida que pasa el día
  • No vas bien al lavabo. Tus deposiciones son blandas. Alternas diarreas con estreñimiento
  • Tienes dolor abdominal
  • Tienes sangrado en heces

A veces, estos síntomas gastrointestinales vienen acompañados por otros síntomas extraintestinales que no asociamos.

  • Eccemas o manchas en la piel
  • Dolor en las articulaciones
  • Dolores de cabeza frecuentes
  • Ansiedad o depresión

Como comentaba, hay que hacer una buena historia clínica de cada paciente para descubrir el motivo de esta sintomatología. A lo largo de estas semanas repasaremos las diferentes patologías que nos podemos encontrar a medida que hacemos la digestión. Aunque muchas de las veces, esta sintomatología no viene dada por una enfermedad en cuestión, si no por una alteración de la microbiota intestinal. Hemos hablado muchas veces de la microbiota en esta columna pero es tan importante que nunca está de más.

La microbiota es un conjunto de bacterias, hongos y virus que viven en equilibrio en nuestro cuerpo humano y son esenciales para que podamos vivir. Tenemos microbiota en muchas partes del cuerpo, como en la piel, pero la que tiene más funciones vitales es la microbiota intestinal.

Cuando este grupo de “bichos” se altera (aparecen cepas autóctonas de otras partes, disminuye el número de alguna cepa en particular…) se produce un desequilibrio, llamado disbiosis. Este desequilibrio puede ser el motivo de muchos (prácticamente todos) los síntomas que hemos enumerado hoy. Estos desequilibrios se pueden dar por muchas razones. Lo más común suele ser por una mala alimentación pero también el uso de antibióticos, algunas enfermedades, estrés… Por eso mismo es importante mirar cada caso en particular y encontrar el motivo del desequilibrio.

Si sufres alguno de los síntomas que he enumerado hoy, estate atento a los próximos artículos.

En Verano solemos padecer más problemas gastrointestinales. Nos centramos más concretamente en los problemas gastrointestinales por infecciones. Es decir, cuando el alimento está contaminado por un microorganismo, como es el caso de la Salmonella.

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Los motivos básicamente son la temperatura en la que nos encontramos en pleno Verano y que no limpiamos ni manipulamos bien los alimentos. Sin embargo parece que nos vamos haciendo a la idea de la importancia de la higiene gracias al coronavirus.

Los síntomas más típicos de una intoxicación suelen ser diarrea aguda; náuseas y vómitos y calambres estomacales.

Es típico también tener estos síntomas cuando viajas al extranjero, a países subdesarrollados donde la higiene y la cloración de aguas brilla por su ausencia. Aparte del cambio de hábitos alimentario. La diarrea del viajero le llaman, aunque le podríamos llamar flora bacteriana acomodada.

En cualquier caso, diarrea. Este tipo puede durar de 1 a 3 días. En el caso en el que dure más se debería acudir al médico. Si hablamos de menores de 3 años o de mayores de 75 años con patologías asociadas también hay que acudir al médico.

La consecuencia mayoritaria de la diarrea es la deshidratación. A medida que va aumentando la deshidratación van apareciendo síntomas más graves (Una deshidratación severa puede provocar la muerte). Si nos encontramos ante un cuadro típico de diarrea aguda que dura un par de días lo que notaremos sobretodo será cansancio, apatía, fatiga, etcétera.

¿Qué tenemos que hacer?

Sobretodo evitar la deshidratación. Para ello existen soluciones de rehidratación oral (SRO) que contienen agua, glucosa y electrolitos. No, el Aquarius no sirve. Las autoridades recomiendan unas concentraciones determinadas que el Aquarius no cumple ni por asomo. Contiene la cantidad determinada de glucosa (como todos los refrescos tiene mucha cantidad de azúcar), pero apenas tiene Sodio y Potasio. Es más, puede ser contraproducente beber Aquarius cuando se tiene diarrea porque este desequilibrio puede hacer que haya incluso más diarrea. (Me gustaría saber en qué momento se recomendó Aquarius para la diarrea y se quedó para los siglos de los siglos). Este tipo de bebidas no cortan la diarrea, si no que evitan reestablecen en líquido perdido.

Otro objetivo será restablecer la flora bacteriana que, seguramente con tanto trajín estará destrozada. Para ello existen en el mercado diferentes probióticos según la necesidad que tengamos. En este caso recomendaremos probióticos con Lactobacillus Acidopihilus, L acidophilus/Biffidobacterium Biffidum y Saccharomyces boulardii.

En cuanto a los medicamentos, no está de más recordar que no es adecuado automedicarse. Muchas veces se desconoce realmente la utilidad y la posología de los medicamentos y hacemos un mal uso de ellos. De hecho, nos enfrentamos a un gran problema actualmente, la resistencia de las bacterias a los antibióticos por el mal uso que se ha dado de ellos a lo largo de los años.

Cuando se trata de una diarrea infecciosa están contraindicados totalmente los medicamentos que inhiben la motilidad como el Fortasec y sin embargo es lo que más toma la gente. El cuerpo provoca la diarrea para eliminar el microorganismo y nosotros intentamos pararlo. Incoherente, ¿verdad?

La semana pasada estuvimos comentando los diferentes tipos de hambre según Jan Chozen. Clasificar de esta manera los tipos de hambre, nos puede hacer reflexionar e identificar mejor cual estamos manifestando en ese momento. Y, así, distinguir entre hambre emocional o hambre fisiológico.

Normalmente asociamos hambre emocional a sentimientos negativos, pero no siempre van asociados a estos. Lo que si que es cierto es que el hambre emocional nos ha ido acompañando toda la vida, desde que éramos bebés. De hecho, el acto de la lactancia se podría considerar en parte hambre emocional. Se establece un vínculo entre la madre y el bebé. Para el es el lugar de calma.

A medida que pasamos a la infancia esta relación continúa, en este caso desgraciadamente ya va cogiendo una connotación negativa.

Empezamos a usar como premio o castigo la comida. “Si te portas bien te podrás tomar un helado…” “No te levantarás de la mesa hasta que comas todo lo que tienes en el plato…”. Este tipo de “chantajes” son bastante contraproducentes. El niño no asocia una conducta a un tipo de alimento, cuando realmente tendría que asociar un tipo de alimento a si es saludable o no.

Y así nos pasamos la vida, conectando el comer con sentimientos. Aunque no todos son malos. Ahora mismo, en la situación que nos encontramos nos morimos de ganas por sentarnos alrededor de una mesa a comer con nuestros familiares y amigos y disfrutar de la comida en su compañía. Comer también es cultura, gastronomía y tradición. En este caso la relación sólo puede ser positiva.

Lamentablemente los casos en los que normalmente existe alimentación emocional sí que suele ser negativa.

Cuando nos dan una noticia o pasa alguna cosa que nos genera sentimientos muy fuertes e intensos se nos “cierra el estómago”. Este sería uno de los casos, aunque se puede presentar al revés. Si estamos llevando una dieta un poco más estricta o con alguna restricción y nos dan una noticia que nos genera frustración, tristeza, dolor o enfado; es más que probable que dejemos apartada la dieta, porque “tenemos la cabeza en otros asuntos” o “no estamos para hacer dieta”. Seguro que os reconocéis en alguno de estos pensamientos. Es bastante normal que ocurra, no siempre se está lo suficientemente motivado para hacer dieta. En ese momento lo que menos necesita la persona que lo está pasando mal por el motivo que sea, es sentirse además mal por no seguir la dieta. El problema viene cuando ya no se retoma más.

El último caso que nos podemos encontrar. Cuando buscamos en la comida un alivio por algo que nos ha pasado de manera puntual. Tenemos que estar alerta ante estas situaciones, ya que es muy fácil entrar en un círculo vicioso. El jefe me ha llamado la atención, como para sentirme mejor; me siento mal culpable por haber comido; es que no soy capaz de hacer nada de manera correcta; vuelvo a comer; me siento peor.

Seguimos la semana que viene.

Durante estas últimas semanas he incidido mucho sobre los cambios en los hábitos de alimentación que estamos experimentando durante este confinamiento, ya sea por estrés, ansiedad o por la sensación vacacional.
Hoy hablaremos sobre los diferentes tipos de hambre que nos podemos encontrar según Jan Chozen, y cómo podemos identificarlos.
Hoy hablaremos de 7 tipos de hambres diferentes, aunque es un campo con estudio constante por lo que cada vez se van diferenciando más tipos. Los clasificaremos si son tipos de hambre emocional o fisiológico.
Dentro te tipos de hambre emocional podemos encontrar:
Hambre por vista: lo que conocemos como “comer por los ojos”. La vista puede ser más potente que el estómago. En este tipo de hambre el marketing tiene mucho poder ya que es el que hace que nos llame un plato u otro si lo vemos.
Hambre de olfato: A través de los aromas este sentido nos puede hacer pasar hambre. Por ejemplo el olor de palomitas del cine hace que prácticamente imposible no comprar una bolsa. Cuando nos constipamos y perdemos el olfato, solemos comer menos. Uno de los síntomas más comunes en el Covid19 ha sido la pérdida de olfato y gusto. En algunos casos ha sido detectado por la pérdida de peso del paciente al comer bastante menos.
Hambre de boca. Este tipo de hambre se despierta cuando hay una gran explosión de sabores, texturas… Por ejemplo en los restaurantes asiáticos o en los bufets.

Hambre mental: El que se despierta al pensar en pensamientos y experiencias pasadas. Por ejemplo lo que ocurre con dietas muy estrictas que se han realizado en el pasado. Generan una serie de creencias y pensamientos. Al estar impuestas provocan el efecto contrario y que se vuelvan más apetecibles.

Hambre de corazón: Nos lleva a comer para cubrir un vacío. Buscamos emociones placenteras a través de la comida, aunque luego probablemente nos haga sentir mal. Es peligroso ya que nos puede hacer entrar en un círculo vicioso.

Dentro del hambre fisiológica:
Hambre de estómago. Cuando empiezan a rugir las tripas. El estómago esta vacío, genera una series de mecanismos para avisar de que necesita alimento.
Hambre celular. Es nuestro organismo el que nos pide comer. Me pasa en consulta con deportistas, que a veces me dicen que ha sido el cuerpo el que le ha pedido azúcar. Es curioso pero es real. Como sabéis tenemos diferentes receptores de sabores en la boca. Depende del que nos apetezca saciar significa que nos falta algún nutriente determinado. Si “nos pide dulce” probablemente será que falta energía. El salado hace referencia a la falta de electrolitos. Por otro lado, el sabor umami, el que más se nos puede asociar con la carne, puede hacer referencia a la falta de proteínas.

Últimamente circulan muchos memes por los WhastApps sobre los kilos de más que hemos cogido todos estas semanas. Por supuesto que me incluyo. Básicamente por el hecho de que la mayoría nos movemos bastante menos que antes pero comemos igual, o en el peor de los casos más.
Nos está siendo complicado controlar la ansiedad, ya lo hablamos hace unas semanas, y eso nos puede hacer elegir malas opciones o comer de manera más compulsiva.
Hoy repasaremos las recomendaciones básicas para llevar una correcta alimentación, que nos pueden ayudar a perder algún que otro kilo.
Mantener la estructura del plato de Harvard. Lo hemos repetido hasta la saciedad, pero es la manera visual perfecta.
-La mitad del plato representado por verdura, hortalizas y fruta.
-Un cuarto del plato representado por alimentos ricos en proteína. En este caso podríamos modificar el tamaño aumentándolo un poco en detrimento a los alimentos ricos en hidratos de carbono que ahora hablaremos. La proteína va a ser nuestra aliada para mantener la saciedad a raya. Además nos puede ayudar a aumentar un poco el Gasto Energético. Elegir siempre alimentos ricos en proteínas bajos en grasa. Entre ellos, huevos, Lácteos, carnes magras, pescados blancos y azules. O optar por la versión de origen vegetal, en este caso, las legumbres.
-Un cuarto del plato, serán los alimentos ricos en hidratos de carbono. En este caso, si queremos perder peso podemos disminuir la porción, como hemos comentado. Los alimentos elegidos serán cereales de grano completo o integrales. Además de ser mucho más saludables de los refinados (estos de hecho son perjudiciales para la salud), al ser ricos en fibra nos van a ayudar a saciarnos.
Lo que no quieras en tu plato, no lo pongas en tu cesta. Es una situación difícil, para todos, tenemos la ansiedad por las nubes. Además de mucho tiempo libre para dejar volar nuestra imaginación con recetas y cocinitas. No se lo pongas más difícil a tu cuerpo. Si no lo tienes en casa no te lo vas a comer, por mucho que quieras. No es el momento de comprar alimentos ricos en azúcares y demás sospechosos habituales. Lo más curioso es que mucha gente que normalmente no lo solía comprar ahora sí que lo compra. Si en circunstancias normales, en las que te movías mucho más, comías mejor, es normal que ahora estés cogiendo peso.
Bebe agua. Se han visto aumentadas las ventas de alcohol estos días. Hemos asociado estos días de confinamiento a una especie de vacaciones, por lo que nos “autopermitimos” beber más cerveza o vino de lo que normalmente hacemos. Por lo tanto acabamos bebiendo menos agua. Una manera de aumentar el consumo de agua a través de infusiones o té.
Evita el picoteo. Espacia las comidas en el tiempo. Tres tomas, cuatro o cinco. Las que estés acostumbrado, pero evita los paseos a la nevera fuera de estas tomas.
Espero que estas recomendaciones os ayuden a volver un poco a las rutinas saludables.

Hoy hablaremos sobre las medidas higiénicas que debemos tomar.

¿El coronavirus se trasmite por los alimentos?

No. No ha habido ninguna notificación de contagio por alimentos. Pero eso no implica que no pueda contagiar por contacto. Es decir, que por comer un alimento no vas a contagiarte pero igual por tocarlo sí. Por eso es tan importante tomar las medidas de precaución.

El supermercado es uno de los posibles focos de contagio más grandes que nos podemos encontrar. En principio las personas con síntomas no salen de casa pero puede haber gente sin síntomas que puede transmitir la enfermedad.
Como nos hemos leído el artículo de la semana pasada, hemos planificado las comidas y tenemos la lista de la compra hecha y las bolsas preparadas (mejor que las llevemos nosotros de casa) . El objetivo, estar expuestos lo menos posible. Por lo que hay que ir solo y hablar lo menos posible con la gente.

Llegamos a la puerta del supermercado y nos dan guantes de usar y tirar o solución desinfectante. Hay quine lleva sus propios guantes y su propia mascarilla. Pero muchísima gente hace un mal uso, ya que las llevan en el cuello, o la mueven para hablar. Las mascarillas están dando una falsa seguridad. Empezando porque no todas realmente previenen de contagiarte o contagiar. Pero además si te la vas quitando al rato para hablar, la contaminas. No paras de tocarte la cara y eso hay que evitarlo en la medida de lo posible, ya que el virus se transfiere por las mucosas.
Con los guantes también pasa. Por ejemplo en el momento de coger la fruta y verdura, a pesar de que lleves tus guantes de casa, debes ponerte guantes de usar y tirar. Además intentar no toquetear, aunque sea con guantes, las frutas y las verduras. Mejor observarlas a lo lejos y tocar la que te vayas a quedar.

En la zona de producto fresco, carnicería o pescadería, han puesto unas líneas de seguridad para que no nos acerquemos al producto. Pero no hay que olvidarse de mantener una distancia de seguridad entre nosotros.

Una vez tenemos todo lo que necesitamos, nos dirigimos a la caja. En ella continuaremos manteniendo la distancia de seguridad mientras hacemos cola. Pagar si puede ser con tarjeta o con el móvil ya que en el dinero se puede mantener el virus hasta 4 horas. En la tarjeta y en el móvil también se pueden quedar pero se pueden limpiar después.

Una vez hemos llegado a casa. ¿Qué tenemos que hacer? No parar de lavarnos las manos cada vez que manipulemos algún producto que hayamos comprado.

¿Cómo lavar las frutas y verduras? Con abundante agua sería suficiente.
¿Hay que lavar los envases? Si mantienes el lavado de manos no sería necesario. Si lo prefieres puedes lavarlos con un paño con lejía diluida (2 cucharadas de lejía en un litro de agua).

Lo que si que hay que lavar y nunca pensamos son las bolsas.

Espero que os haya resuelto las dudas sobre este tema. Mucho animo y a cuidarse!

Alcanzamos la tercera semana del estado de alarma. ¿Cómo estáis? Espero que bien!

Hoy hablaremos de aspectos más prácticos en cuanto a la alimentación. Llevamos tiempo diciendo lo importante que es para nuestra vida pero ahora parece que se hace más esencial. Hablo de la planificación de las comidas.
Si antes era clave para poder llevar una correcta alimentación toda la semana, ahora se ha vuelto necesario. Más que nada para ir con una buena lista al supermercado. Entre que debemos ir sólo cuando es necesario y tenemos un poco de miedo vamos como pollo sin cabeza, rápido y prácticamente sin saber que metemos en el carro.

Para poder planificar correctamente primero debemos saber como tiene que ser nuestras comidas. Iguales a las de siempre pero teniendo en cuenta de que ahora nos movemos bastante menos que en la situación habitual.

Nos basaremos como siempre en el método del plato de Harvard. La mitad de lo que comemos debe estar representado por verdura. Si es posible, que sean variadas (de colores diferentes), para asegurarnos un aporte bastante amplio de vitaminas, minerales y compuestos bioactivos tan beneficiosos. Un poco menos de un cuarto debe estar representado por alimentos ricos en hidratos de carbono. En esta caso elegiremos mejor la opción integral y el grano completo. Dentro de este grupo podemos encontrar los cereales, arroz, harinas, la pasta, el pan, etcétera.
Un poco más de un cuarto de la comida estará representado por alimentos ricos en proteínas de buena calidad. Los alimentos ricos en proteínas de origen animal son las carnes, los pescados, mariscos, lácteos. En el caso de elegir legumbres, al ser ricas tanto en proteínas como en hidratos de carbono pueden representar la mitad del plato. De ello, éstas son muy buena opción ya que son muy saludables, sacian y tanto secas como en conserva duran una eternidad. No siempre tenemos que seguir el método del plato pero es una manera fácil y segura de comer de manera adecuada, tanto raciones como la calidad de los alimentos.

Una vez tengamos claro los platos, planificamos las diferentes recetas para la semana. Y de ahí, realizamos la lista de la compra. A la hora de planificar tened en cuenta los platos que se pueden repetir a lo largo de la semana. Calcular los ingredientes para tener puré un par de días, cocer arroz integral para más de una ocasión, etcétera…

Toca la hora de ir al supermercado. La recomendación es no salirse de la lista. Lo que no quieras en tu plato, no lo tengas en tu casa. Por lo tanto pasa de largo de los pasillos más tentadores ya que si no lo tienes no te lo vas a poder comer. Planifica en la lista de la compra snacks más saludables: frutas, palitos de zanahoria, hummus, berberechos al natural, encurtidos, anchoas en aceite de oliva, frutos secos…

Espero que estas pequeñas ideas os ayuden a planificar mejor la compra de la próxima semana.